Los orígenes del tarot empiezan en Italia en el siglo XV con la baraja del duque de Milán. A día de hoy conocida como la baraja Visconti-Sforza. Según Giordano Berti, historiador italiano esta baraja de tarot es igual a la también diseñada por el duque llamada el juego Los XVI Héroes.
Según investigaciones realizadas por ocultistas de los siglos XVIII y XIX, como Antoine Court de Gebelin, Eliphas Levi y el doctor Gérard Encausse (Papus), intentan demostrar que existe una relación entre la cábala y el tarot y la simbología del antiguo Egipcio. Pero los estudiosos Daniel Rodes y Encarna Sánchez proponen en sus teorías que l'aparición del tarot estaría entre la época de los cátaros medievales y la cultura occitana, ya que su esencia coincide claramente con el concepto básico del juego del tarot. De este modo, la presencia de una papisa y otros personajes femeninos y con referencias importantes a un cristianismo diferente al de la ortodoxia romana, podría significar que el uso original del tarot era la de transmitir un conocimiento filosófico, a pesar de que con el paso de los años serían usadas cómo método de adivinación. Aún así, varios investigadores afirman que los gitanos nómadas de Europa, fueron los que promovieron el tarot como un sistema de predicciones, logrando incluso sobrevivir a la Inquisición por no ser objetivos prioritarios de dicha institución persecutoria. Por otra parte, el tarot se juega en Italia desde el siglo XV, y en el siglo posterior se propagó en muchas otras regiones de Europa: en primer lugar Francia, después Suiza, Bélgica, Alemania y Austria. La adivinación con el tarot aparece con seguridad en Italia y Francia en el siglo XVIII. La asociación de la mágia y el misticismo con el tarot empezó a fines del siglo XVIII y principios del XIX. La relación empezó cuando un clérigo suizo y francmasón, Antoine Court de Gébelin, publicó Le Monde Primitive, un libro con una visión sobre la simbología religiosa antigua y sus remanentes en el mundo moderno. Gébelin afirmó que el nombre "tarot" venía de los vocablos egipcios tar, que significa "real", y ro, que significa "camino", y que el tarot representaba, por lo tanto, un "camino real" a la sabiduría, aunqué era una visión especulativa. Los modernos egiptólogos nada encontraron en el lenguaje egipcio que sustentara las fantasiosas etimologías de Gébelin, pero la idea de la relación entre las cartas del tarot y la magia ya se había consolidado. Aunque las cartas se usaban para leer la fortuna en Bolonia, en el siglo XVIII, un ocultista francés llamado Jean-Baptiste Alliette diseñó la primera baraja de tarot con atribuciones astrológicas y egipcias dándole así un carácter esotérico, modificando los diseños marselleses y añadiendo significados adivinatorios. Aunque las cartas del tarot se usaban para predecir la fortuna en Bolonia, en el siglo XVIII, fueron publicadas originalmente como un método de adivinación por Jean-Baptiste Alliette, también llamado "Etteilla", un ocultista francés que revirtió las letras de su nombre y trabajó como adivino poco antes de la revolución francesa. Etteilla diseñó el primer mazo de tarot esotérico y añadió atribuciones astrológicas y motivos "egipcios" a varias cartas, alterando muchos de los diseños marselleses y añadiendo significados adivinatorios en el texto de las cartas. Los mazos de Etteilla, aunque ahora eclipsados por los ilustrados de Smith y Waite y el mazo "Thoth" de Aleister Crowley, aún se encuentran disponible. El interés en el tarot para la adivinación a cargo de otros ocultistas llegó en la década de 1840, en la cual (entre otros) estuvo involucrado Víctor Hugo. La idea de las cartas como clave mística fue popularizada posteriormente por Eliphas Lévi. Lévi es considerado por algunos el verdadero fundador de las escuelas más contemporáneas de tarot: introdujo una interpretación de las cartas que las relacionaba con la Cábala.
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